Llardosímetre
KV dedicado a: la recepcionista de tardes del edificio dónde he trabajado estos últimos años, por ser tan morena, ser tan simpática y por estar tan... por estar tan... tan sentada siempre en su silla. |
AVISO: este post por momentos puede llegar a resultar empalagoso al lector medio. En la jerga de mis amigos y mía, si oís pitidos de fondo, no os preocupéis, es el "llardosímetre" (el empalagosímetro) que está detectando niveles altísimos de melancolía gratuita y barata. Quedáis avisados.
Se acabó. C'est fini. Vamos que nos vamos. Este es el resumen del día de hoy. Lo que empezó una mañana del 5 de marzo del 2001, si no recuerdo mal, se ha acabado esta tarde un 20 de septiembre del 2005.
No, no he cortado con una novia ni nada de eso. Simplemente ese ha sido el tiempo que he estado trabajando en el mismo edificio. 4 años, 6 meses y 16 días. Parece mentira, ya que todavía me acuerdo del primer día cuando llegué. Un lunes, en el que me encontré una caja que había embalado el viernes anterior en otro edificio. En una mesa que me pareció enorme, un teléfono moderno sólo para mí, y con una ventana a mi espalda desde la que podía ver al bueno de Colón subido en su pedestal, señalando a algún punto de... África (ya me diréis como se puede apuntar al mar desde Barcelona y pretender que el dedo apunte a América). Pues eso fue lo que me encontré. Todo me pareció tan bonito. Bueno, en aquellos tiempos estaba enamorado y me comportaba como un teletubbie, pero vaya, que de verdad que me gustó la primera impresión.
Luego a aquella mesa y las conversaciones tan sinceras que tuve con el hombre que apunta a América a través de África, le siguió otra mesa, a la que me trasladé un año después de llegar a ese edificio. La mesa de Xavi que os diría todo el mundo. Entrando a mano izquierda en el primer box, la segunda de la ristra de la izquierda. Coño, mi mesa. Mira que me puteó el cambio, y ahora me parece imposible que pueda haber hecho nada útil antes, o que pueda llegar a hacer nada útil después de esa mesa.
Así que hoy he vivido el reverso de la moneda de aquel 5 de marzo de 2001. He cerrado otra caja en la que he metido todo lo que he acumulado en estos cuatro últimos años. He descolgado todos mis carteles, y no he dejado nada encima de la mesa. Y así totalmente vacía, me he despedido de mi mesa en silencio, dándole una última palmada y sentándome encima como tantas otras veces. Para alguien como yo, que soy de los que gustan de recordar todo como fue en sus tiempos de esplendor, ha sido una sensación extraña. Ya sé que no somos los objetos que poseemos, o que nos rodean, pero a veces, nuestra existencia esta tan ligada a algunas cosas materiales que casi es imposible reconocernos sin ellas. Y me parece casi imposible que esa mesa dentro de muy poco deje de existir. La desmontaran y dejará de ser para siempre la mesa de Xavi. Snif, snif...
Ayer apenas tardé un par de horas en meter todo en mi caja, pero casi tardé tres años en crear el desorden perfecto que siempre fue mi mesa de trabajo. Por fortuna tengo algunas fotos que guardaré como oro en paño en las que se ve mi mesa. Si, parece algo estúpido que insinúe que vaya a echar de menos mi mesa de trabajo, pero así es.
Mañana empieza una nueva experiencia...
Por un momento, mientras escribía esto me he sentido como el Chicho Ibáñez Serrador en el último "Un, dos, tres" de cada temporada. Que pesado, con la misma escena de cerrar el baúl en una especie de desván de cartón piedra... Pero ¿para que lo hacía si cada año volvía? degradando cada vez más el programa... Yo si que cierro el baúl y no voy a volver nunca a mi mesa...
AVISO: acaba la parte empalagosa. Los que hayáis aguantado las arcadas no temáis, ya no habrá vómito. Los que no hayáis podido soportar, limpiad el estropicio y continuad leyendo, yo ya había avisado...
Pero no os creáis que estoy depre. Que va, lo que pasa es que soy algo teatrero al escribir. De hecho, mañana empieza un filón que lo flipas. Volvemos al glamour de la parte alta de la Diagonal. Corbatas en todos los pasillos y rincones, las universitarias en el metro, el Corte Inglés, el FNAC, las dos Torres negras de Mordor tan cercanas, las chicas monas que van de compras, la ruina de mi tarjeta de crédito, el dejar de tener que mirarles la nuez a las mujeres para saber si son tales, el rancho en el comedor de la empresa, la jodida moqueta que amortigua mis pasos y me hace sentir tan extraño... Lo dicho, un filón para mi imaginación y un filón para miles de kippenvleugels que desde mañana llegarán.
Así que nos citamos mañana a la misma bat-hora y en el mismo bat-canal... Bueno, quizás no. Creo que mañana juega el Barça en casa a eso de las nueve de la noche, con lo que volveré del campo a las mil. Si hemos ganado seguro que escribo algo, si no... Bueno, si no espero que también.
Canción del día: Winds of change de Scorpions. ¿Quién hubiera dicho que unos alemanes cantando en inglés harían una balada como ésta? Y hoy que en cierto sentido hay un cambio en mi vida, pues es apropiada "...take me, to the magic of the moment, on a glory night, where the children of tomorrow dream away in the wind of change..." |
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