miércoles, septiembre 14, 2005

Irse a Cantabria

KV dedicado a: el momento de inspiración divina en que decidí que la informática sería una buena manera de ganarme la vida.


Dice una broma que uno sabe cuando es momento de abandonar un barco, con sólo fijarse en las ratas, que dicen que son las primeras en abandonarlo.

Y en estos momentos la oficina parece exactamente eso. Un barco del que las ratas poco a poco empiezan a huir. Sí. Después de 4 años y 6 meses, los que nos separan de aquél 6 de marzo de 2001, volvemos a trasladarnos de edificio, para volver al edificio madre de nuestra Santa Madre Empresa. Todo genial, si no fuera pq abandonamos el que ha sido nuestro nido habitual desde hace tanto tiempo.

Es una sensación muy extraña la que tengo. Una sensación que mi buen amigo Lluis definiría con un "Todavía no me he hecho a la idea de ir a Cantabria". Y es que esa es la sensación que tengo. Mi turno de rata para abandonar el barco será algún día no concretado de la semana que viene, pero sigo sin creerme que una mañana me levantaré y no iré al edificio que durante cuatro años y medio he pisado.

Soy un sentimental con todas las letras y los cambios nunca me han gustado. No por temor a lo nuevo, o pq crea que lo que venga será peor, sino pq siempre acabo echando de menos las cosas que han ocupado grandes espacios de mi vida. Y sin duda, este edificio lo habrá sido. No por su estructura arquitectónica, ni por como de bien pusieran los tochos al construirlo. No. Lo echaré de menos, pq seré incapaz de no recordar la infinitud de cosas que allí me han ocurrido.

Días de tremendo aburrimiento, de trabajo a destajo, de jornadas eternas, de desesperación, de nervios antes de cualquier entrega. Pero también recordaré y creo que eso será mucho más grato de recordar, todo lo bueno que allí he vivido que sin duda ha sido mucho. Todas las risas, las celebraciones improvisadas, los días en que te sientes útil, los días en que alguien te felicita, las pausas para tomar un café o lo que sea con los compañeros. Y hasta los días en que traspasaba mis cosas para que otros se hicieran cargo de algún muerto.

Pero dejando a un lado esas sensaciones, de entre todos mis recuerdos ligados a este edificio, sin duda, siempre me quedaré con una cosa más importante. Las caras y las almas de todos los que me han acompañado en estos cuatro años y medio. Me da vértigo mirar atrás. Son tantas las personas que se han ido durante este tiempo. Ley de vida que dicen los viejos. De hecho, me sería difícil recordar cuantas personas he conocido durante estos años, entre amigos, conocidos y saludados. ¿Quizás cien personas? Tantos con los que he compartido tantos momentos y se han ido. Carles, Mateu, Dani, Jordi, Andrés, Natalia, Germán, más Danis, Alfonso, Paco... y muchos más que me dejo...

En fin, que así es la vida. Seguramente, volveré a tener lo mismo en mi nueva destinación, pero no será lo mismo. Y es que no volveré a estar en el edificio del que un mediodía de junio de hace muchos años me fui para coger un avión que me había de llevar por primera vez a un país de grato recuerdo. Y no volveré a revivir el momento en que vi por primera vez al otro lado de mi mesa los ojos de Lady Megane. Ni volveré a estar sentado en esa silla que tenía a mi espalda al bueno de Colón, siempre apuntando muy allá. Ni volveré a hacer mis interminables rondas por las mesas repartiendo DVDs. No, todas esas experiencias y muchas más ya no se volverán a repetir. Aunque seguro que muchas nuevas habrán de venir.

Mañana será por tanto uno de mis últimos días allí. Y me seguirá dando pena pasear entre todas esas mesas vacías, únicamente ocupadas por cajas preparadas para ser trasladadas. Todo huele a despedida y eso no deja de ser algo triste. Que se le va a hacer.

Creo que tengo que empezar a hacerme a la idea de que pronto he de ir a Cantabria. Aunque tengo muy claro que cuando tenga que preparar mi caja de traslado, algo más a parte de papelotes y libros se colará dentro, y me acompañará allá donde vaya.


Canción del día: Lonely no more de Rob Thomas. Últimamente me ha dado por fijarme en las partes más empalagosas de las canciones. Hoy he escuchado esta frase en esta canción (que por cierto me encanta, aunque no se acerca a aquella que hizo con Santana hace años, Smooth) "... What if I gave all my life to find a way to stand beside you..."