Una prueba de amor

AGB dedicado a: TMB entidad de la que depende el transporte suburbano de la ciudad, vamos, el metro.

Kaos... O mejor dicho, Caos, que no se me ofenda mi buena amiga de Mañolandia DC... Eso es lo que he experimentado hoy después de muchos y muchos días y semanas sin coger el metro a hora punta para ir al trabajo, lustros casi sin coger el metro en ese tramo que va de las 8:00 a las 9:00 donde todas las cucarachas de la city vamos a nuestros cubículos, pupitres y agujeros de trabajo usuales...

Pero como dice el título, todo ello, ha sido una gran prueba de amor... ¿Diferente? Sí ¿Heterodoxa? También ¿Inhabitual? Sin duda. Os explico

Ayer a mi chica me llamó por la noche, diciendo que tenía problemas con su ordenador, que no se conectaba a Internet, etc. Vaya, todas esas cosas que les pasan a los amigos, familiares, parejas, amantes, conocidos y/o saludados de la gente que como yo "trabaja con ordenadores" (simplificación que se aplica tanto al que hace una página web, como a los arquitectos informáticos). No le iba al ordenador, pq tal y cual y Pascual, y su hermano, no sé que bla bla, quizás un virus, bla bla, no se conecta... Bueno, que sé yo, no le iba la conexión a Internet y no podía ver unos formularios y unos documentos que le hacen falta para una charla que le han de dar hoy por la tarde y que está relacionado con su trabajo...

Evidentemente, galán y caballero como uno es, me ofrecí a imprimirle lo que hiciera falta. Fue cuestión de unos minutos antes de cenar y me planteé "hombre podrías en un golpe de coche plantarte en su casa y llevárselo". Pero un poquito de vaguería me hizo replantear la cuestión "Mejor dáselo mañana en el metro de camino a su trabajo y yo al mío, y así de pasada la ves, que por la tarde estará ocupada" Y eso le planteé... ¡Erroooor!, me cegó el amor al prometer tamaña tontería... Pero la quietud de la noche que me tenía algo adormecido como para cambiarme y salir en coche, y ciertos sentimientos de afecto hacía mi buena moza pudieron más. "Quedamos en tal parada de metro, te doy las hojas y hacemos una parte del trayecto juntos"

¿Qué puede haber mejor que ver a tu chica por la mañana en el metro y compartir con ella una parte del trayecto que podéis hacer en común? Jóvenes castores, aquí seguro que más de uno cae en un error de base. Menospreciar lo que es un trayecto con el metro de Barcelona a hora punta por las mañanas justo en mitad de una huelga de gasolineras. Que nadie, y repito, NADIE, se imagine que el metro de Barcelona, es el Orient Express cruzando bucólicos bosques de Centroeuropa mientras los últimos rayos del atardecer se filtran entre los abedules, más bien imaginaros que son las vagonetas que te bajan a una mina de azufre de cualquier país perdido en mitad de África en una vagoneta minúscula llena de hombres sudorosos y malolientes...

Dios, que agobio he pasado. El metro ha llegado lleno a mi estación. Dentro hacia un calor de mil demonios, nada de aire acondicionado. Puertas cerradas y espera de tres minutos dentro del metro sin arrancar. Ansiedaaaaaad. Luego siete interminables estaciones con descarga y carga de humanos, proceso terrible en la mayoría de ocasiones. Aquí pondré otro símil para mejor entendimiento del no-barcelonés. Cada parada en una estación se caracteriza por gente que pretende salir al unísono, al alimón, o en más castizo, todos a la vez del vagón. Imposible. Así que lo máximo que se consigue es que si te sitúas bien te encuentres con alguien a tu izquierda que quiere ponerse el primero en la puerta, a alguien a la derecha que pretende lo mismo (esto ya nos da dos fuerzas que actúan sobre ti en sentidos opuestos), alguien detrás que se gira para salir por la otra puerta, y te arrasa la espalda con su mochila repleta de libros (alias niño kabrón que no sabe que lleva adherida una joroba de 10 kilos de pesos en forma de cartera escolar que te jode por mucho que sea la del Pikachu On The Sky with Diamonds), y por último delante de ti, alguien que si que está el primero de la puerta pero que no va a salir en la próxima, y quiere huir de ese sitio que puede ser comparable a la puerta de salida de los Mihuras en una plaza de toros... Efecto total, carga por la izquierda, derecha, delante y mochilazo por la espalda.

Más efectos colaterales del metro son los que por cogerse a una barra son capaces de echarte de donde están. Los que con el metro lleno te arrean mamporros con los codos para desplegar su diario y cree que los demás somos chusma que le impedimos su cometido. Luego están los que intentan entrar en el metro con un objeto de dimensiones grotescas, hoy eran dos chinitas con unas maletas desproporcionadas, pero te puedes encontrar con estudiantes de arquitectura con maquetas a escala 1:1 del Taj Mahal, operarios del metal con una escalera, un rumano con acordeón, madre con cochecito, un invidente con su perro, una buena mujer que no tiene nada mejor que ir con el carro de la compra a primera hora de la mañana, si se tiene suerte alguien con una bicicleta, etc...

Por fortuna al hacer el transbordo de la Línea 1 del metro a la Línea 3 en Plaça d'Espanya, he podido respirar. Inusualmente en mi vagón no había nadie, hasta he podido reclinarme en una barra, sacar mi libro "Una breve historia de casi todo" (del que ya hablaré pero que recomiendo ciegamente) y relajarme unos minutos tras el stress mortal de la Línea 1. Toda una suerte pq generalmente ese transbordo tiene tintes dramáticos y es como pasar de Guatemala a Guatepeor que decía el chiste. Un pasillo lleno de gente malhumorada y somnolienta que va y viene de una línea a otra a toda prisa, por el que inyectan aire caliente a toda presión, para luego llegar a un anden en que hombres de negocio, dependientas de tiendas pijas de la zona alta de la Diagonal, y estudiantes a millares esperan un metro que viene lleno por gentes de similares perfiles. Todos con un único objetivo, sobrevivir a unas 5 o 6 paradas y apearse en Maria Cristina (hombres de negocios y dependientas pijas), Palau Reial (Industriales, Campus-Norderos y Físicos) o Zona Universitaria (Arquitectos, Empresariales y rezagados). Un suplicio que no os podéis ni imaginar los días que va lleno.

Así que ante tal panorama, no es extraño que a mi chica le haya dicho después del besito de rigor cuando se ha subido al metro en que nos debíamos encontrar "Esta si que es una prueba de amor de las más grandes que te he regalado hasta ahora".

En fin que sigo sorprendiéndome que haya gente que pague un mínimo de 60 céntimos de euro por revivir eso día a día. Si fuera gratis el transporte público todavía lo entendería pero vale unas 100 de las antiguas pesetas.

Nada que mañana vuelvo a coger el tren de siempre que va también llenito pero no tanto y sólo tengo tres paraditas que duran 13 minutos...

Canción del día: To love somebody de Michael Bolton. Aunque no sé si es del Michael Bolton, si que sé que la cantaba este tipo de ricitos rubios. Va de pruebas de amor, así que tocaba esta hoy You don’t know what it’s like Baby, you don’t know what it’s like To love somebody, to love somebody The way I love you Un poco pretencioso pero es romántico ¿no?